lunes, 17 de octubre de 2011

CRISIS… COMO SALIR DE ELLA

Llevamos ya cuatro años de crisis. Hasta entonces todo iba bien; el país crecía, la inflación estaba controlada, el paro disminuía… como decían algunos, España estaba en la “champions lig” de la economía.  Pero… ¿qué ha pasado para llegar a la situación actual?
Durante estos años hemos oído hablar de hipotecas subprime, la caída del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers, aumento del gasto público para impulsar la economía, rebajas de rating, problemas en los países periféricos, el rescate de Grecia, el rescate de Portugal y Irlanda, control de gasto y austeridad, recortes en los sistemas de previsión social, incremento de la presión fiscal, fondos de rescate, creación de eurobonos… Han pasado muchas cosas, se han buscado soluciones, pero la realidad la vemos todos cada día. Nadie, ningún político, tiene el remedio para esta pandemia.

No, yo tampoco la tengo.

No conozco el remedio, no se que es lo mejor. Lo único que se me ha ocurrido es mirar atrás. Repasar las anteriores crisis.

Consultando la hemeroteca y preguntando a mis mayores, destaco 3 grandes crisis en España: la primera entre los años 1979 y 1982; la segunda después de las Olimpiadas de Barcelona, entre 1992 y 1993; y la última la “Burbuja tecnológica” sobre el año 2001. Observando la situación del país en estos años veo que se consiguió salir del estancamiento siempre de la misma manera: ladrillo y endeudamiento.
Este gráfico nos muestra la evolución del precio de la vivienda en Estados Unidos, pero sirve como dato objetivo y adicional a mi explicación:

(Haz clic en la imagen para ampliar)


Para poder salir de los periodos de estancamiento y crecer España utilizaba la construcción y el crédito. Niño Becerra en su libro “El crash del 2010” nos explica esto mismo, aunque en un todo un poco más “apocalíptico”. España no crecía gracias producir de manera más eficaz, de invertir en I+D, exportar… crecía a base de deuda.
En 1980 un piso podía costar un millón de pesetas, y los bancos concedían préstamos de quinientas mil pesetas en plazos que oscilaban entre los 60 y 120 meses (entre 5 y 10 años).
En la década de los noventa las viviendas pasaron a costar, por poner una cifra, diez millones de pesetas; las entidades financieras prestaban el 100% a devolver en un máximo de 20 años.
A partir del año 2000 el precio de la vivienda se disparó. Y las entidades financieras dejaban más del 100% a plazos de 30 y 40 años.
El problema con el que se ha encontrado este sistema es que el precio de la vivienda no podía continuar creciendo. De continuar aumentando desaparecerían los compradores. Nadie podría acceder a su compra.
Y por otro lado, los bancos no pueden alargar más el plazo. No se debería  dejar como herencia una hipoteca…

La solución no la conozco, pero creo que nos equivocamos al escoger el sistema.


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